Han pasado ya 188 años de este suceso.
Existen varias versiones relacionadas con el suceso del General en la ciudad de Pamplona. La siguiente es un breve resumen de alguna de ellas, narrada por Toto Villamizar y recopilada por el profesor José del Carmen Bolívar en “Los Cuentos que Toto cuenta” 1999
Hablaban los viejos de la generación de 1819, y en especial aquellos que conocieron al general José Antonio Anzoátegui de su valor, de su disciplina, su milicia, su arrogancia, su destreza y de su honor.
Había hecho una carrera militar muy rápida en pocos años y joven se hizo general de los ejércitos libertadores. Cuentan los viejos, que contaban aquellos veteranos de las fuerzas Independistas que cuando Anzoátegui llegaba a las ciudades, ya a Venezuela, ya a Colombia, Perú o Ecuador, era la gran admiración. Su presencia, su físico, su simpatía lo hacía especial.
Nosotros los pamploneses tenemos por tradición oral referencia del General Anzoátegui. Trascurridos nueve años del grito de Independencia, en la ciudad se veía la algarabía, las calles pamplonesas se vestían de festones, cintas, arcos triunfales, se decoraban los ventanales de las casa, ya que la noticia de la llegada del General Anzoátegui esa tarde de 1819 a la ciudad, era motivo de fiesta…
Pasada la fiesta todo el mundo se fue a descansar, y al General le dieron (como de costumbre) a una hermosa mujer morena muy elegante. Se fueron a dormir. No se sabe que paso, pero a la mañana siguiente, cuando empezaron a salir a las calles los primeros pamploneses escucharon que las campanas doblaban (primero en el Convento de San Francisco, luego las de San Agustín, a continuación Santa Clara y finalmente las de la ermita). Todos se preguntaban ¿Por quién dobla las campanas?
Se decía, entre la clase alta, ha muerto el general Anzoátegui.
- Y murió de,…? Al oído contaban de qué había muerto.
La noticia se regó, y nadie daba crédito, cuando el susurro al oído lo contaba. Las mujeres menos podían creerlo -¡Jesús! Exclamaban.
Más tarde se supo la gran verdad a gritos: después de la gran fiesta, y luego de devorar aquel néctar, el general había tomado a su morena, se acostaron, hicieron el amor, y…. murió.
Existen otras versiones referentes a la muerte del General Anzoátegui, una de ellas en el siguiente enlace: http://encolombia.com/medicina/materialdeconsulta/Tensiometro90-muertedelgeneralanzoategui.htm , donde corrobora la versión narrada por tanto tiempo por los pamploneses.
Existen varias versiones relacionadas con el suceso del General en la ciudad de Pamplona. La siguiente es un breve resumen de alguna de ellas, narrada por Toto Villamizar y recopilada por el profesor José del Carmen Bolívar en “Los Cuentos que Toto cuenta” 1999
Hablaban los viejos de la generación de 1819, y en especial aquellos que conocieron al general José Antonio Anzoátegui de su valor, de su disciplina, su milicia, su arrogancia, su destreza y de su honor.
Había hecho una carrera militar muy rápida en pocos años y joven se hizo general de los ejércitos libertadores. Cuentan los viejos, que contaban aquellos veteranos de las fuerzas Independistas que cuando Anzoátegui llegaba a las ciudades, ya a Venezuela, ya a Colombia, Perú o Ecuador, era la gran admiración. Su presencia, su físico, su simpatía lo hacía especial.
Nosotros los pamploneses tenemos por tradición oral referencia del General Anzoátegui. Trascurridos nueve años del grito de Independencia, en la ciudad se veía la algarabía, las calles pamplonesas se vestían de festones, cintas, arcos triunfales, se decoraban los ventanales de las casa, ya que la noticia de la llegada del General Anzoátegui esa tarde de 1819 a la ciudad, era motivo de fiesta…
Pasada la fiesta todo el mundo se fue a descansar, y al General le dieron (como de costumbre) a una hermosa mujer morena muy elegante. Se fueron a dormir. No se sabe que paso, pero a la mañana siguiente, cuando empezaron a salir a las calles los primeros pamploneses escucharon que las campanas doblaban (primero en el Convento de San Francisco, luego las de San Agustín, a continuación Santa Clara y finalmente las de la ermita). Todos se preguntaban ¿Por quién dobla las campanas?
Se decía, entre la clase alta, ha muerto el general Anzoátegui.
- Y murió de,…? Al oído contaban de qué había muerto.
La noticia se regó, y nadie daba crédito, cuando el susurro al oído lo contaba. Las mujeres menos podían creerlo -¡Jesús! Exclamaban.
Más tarde se supo la gran verdad a gritos: después de la gran fiesta, y luego de devorar aquel néctar, el general había tomado a su morena, se acostaron, hicieron el amor, y…. murió.
Existen otras versiones referentes a la muerte del General Anzoátegui, una de ellas en el siguiente enlace: http://encolombia.com/medicina/materialdeconsulta/Tensiometro90-muertedelgeneralanzoategui.htm , donde corrobora la versión narrada por tanto tiempo por los pamploneses.
1 comentarios:
Tras la victoria de Boyacá, Bolívar recibe una manifestación de homenaje en Santa Fe de Bogotá acompañado de Anzoátegui, Santander y de su ejército. Lluvia de flores, corona de laureles en oro para los Libertadores, regocijo popular. Pero la lucha no ha concluido. Hay que continuar defendiendo la reciente libertad, y marchar a Venezuela, donde Bolívar ansía repetir la hazaña de Boyacá.
Para ello, establece el Ejército del Norte bajo la jefatura de Anzoátegui, teniendo como centro la ciudad de Pamplona, baluarte indispensable por el acceso que proporciona a Bucaramanga, Cúcuta y Venezuela, y por los adeptos con que cuenta la causa. Aquí se encuentra el 25 de octubre con Bolívar, quien le ha depositado toda su confianza para iniciar operaciones destinadas a liberar a Venezuela. La misión que le encomienda es de suma trascendencia militar y política; mantener separados a Sámano y Morillo, controlar los Llanos y principalmente, constituirse en avanzada para contribuir a la independencia de Venezuela. Queda al mando de las provincias de Tunja, Socorro y Pamplona, y recibe instrucciones de tomar Maracaibo. Se despiden el 8 de noviembre. El 13 del mismo mes, Anzoátegui escribe el que sería su último reporte al Libertador.
Al día siguiente es atacado por una repentina enfermedad y muere el 15 de noviembre, justo a los 30 años de edad, en esta casa que era propiedad de la familia Vargas de la Rosa; quedan así truncos, temporalmente, los proyectos de Bolívar.
Una versión refiere que Anzoátegui sufrió un ataque de apoplejía durante un banquete con motivo de su cumpleaños el día anterior a su muerte. Otra, habla del contagio de una epidemia, posiblemente tifo. Lo cierto es que la muerte súbita privó a Anzoátegui de ver realizado el sueño por el que tanto luchó al lado de Bolívar; la independencia de Venezuela, conseguida finalmente en 1821. La naciente república había perdido un valioso servidor que dedicó sus cortos años de vida a la lucha por la independencia.
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